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divino-humana de Cristo que le llevó a la muerte de esta manera: "El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo has– ta la muerte y muerte de Cruz". Nada mejor podríamos decir, para resumir toda la vida de Cris– to. Pero sí podemos decir que justamente buscó el remedio del pe– cado con su contrario: la desobediencia con la obediencia, la so– berbia con la humillación, al hombre pecador con el Dios triunfa– dor del pecado, la muerte con la vida que nos dio en la cruz, jun– to a la cual resucitó al tercer día. Podemos pensar que la obediencia hasta la cruz, fue una obe– diencia dolorosa, pues precisamente "por sus dolores aprendió obediencia". Detrás de esta obediencia está la traición de Judas, el sueño de los íntimos, el abandono de todos, la angustia, el tedio, el sudor de sangre de Getsemaní, la soga con la que le ataron, la bofetada, los escarnios, los salivazos, los testigos falsos, el reco– nocimiento de su inocencia y la condenación a muerte. Los azotes, la corona de espinas, la cruz a cuestas, el Cirineo ayudándole, los c'.avos sujetándole, las risas de los enemigos, las increpaciones de los ladrones, el abandono del Padre, la sed, la oscuridad, el tem– blor de la tierra, el desgarramiento de sus carnes y de su alma, el gri– to último y la muerte... Eso fue cuando "reinó el pecado causando la muerte". La muerte para Cristo, la vida para nosotros. Nosotros vivimos a costa de su vida. Le matamos para no morir. Fue además una muerte con ensañamiento y con cálculo. Dicho así parece exagerado. Pero si lo meditamos bien nos daremos cuenta que así fue, porque así lo quiso. Tan grande fue su amor: "Me amó y se entregó a la muerte por mí". ¿Qué más se puede decir? A pesar de toda la malicia, to– da la maldad y toda tragedia, nos dan ganas de gritar aquella es– trofa que compuso precisamente un santo: "iO felix culpa!"... "Oh feliz culpa que nos dio tal Redentor!". -187-

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