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del cielo, hermanos de Cristo, miembros vivos de Cristo. Templos de la Santísima Trinidad. Somos deiformes. Dios nos inunda, so– mos una cosa con El. Pero viene el apagón del pecado mortal y todo eso desaparece. Hemos matado a Dios en nosotros. ¿No ha– béis oído aquello de "quien comete el pecado vuelve a crucificar a Cristo en su corazón?" Eso lo hacemos nosotros cuando peca– mos. Nos suicidamos. De verdad que el pecado es un suicidio. Pen– semos bien estas palabras de S. Pablo cuando nos habla de des– obediencia, de condena y de muerte... -184-