BCCCAP00000000000000000000808
P E R D O N. S E Ñ O R "Sabed/o, hermanos: os anunciamos que por él se os perdo– nan los pecados, que él justificará, al que crea, lo que no pu– do justificar/o la ley de Moisés" (Hech 13, 38) (U.E). "Perdón, Señor, hemos pecado". Como una flecha que surge del arco del alma hacia el cielo, se va nuestro clamor de pecadores hacia Dios. Porque nos sentimos, de verdad, pecadores. Llevamos el pálpito del pecado en la esencia de nuestras en• trañas. Quisiéramos dejar de ser malvados. Pero para dejar de ser pecadores, hay que dejar de ser. "Hacemos el mal que no queremos" • Nos sentimos arrastrados por las borrascas de nuestras pa– siones. Nos sentimos miserables, a veces, A veces, infelices. Siempre pecadores. ¿Quién nos librará de nuestro pecado? "He aquí que llego, oh Dios, para hacer tu voluntad". La voluntad de Dios es perdonar siempre al hombre pecador, Porque se puede olvidar la madre del hijo de sus entrañas pero Dios jamás se olvidará de nosotros... Porque pueden ser nuestros pecados negros como el carbón, y quedarán blancos como el hampo de la nieve. Porque... ya ha llegado, ya está aquí "el cordero de Dios que quita los pecados del mundo". Y desde entonces nos sentimos redimidos. El corazón ha comenzado a palpitar de otra manera bajo la concha de nuestro pecho. Con más confianza, con más amor. -164-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz