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·¿Q U E SER A? "En aquellos días, Pablo dijo: -Nosotros os anunciamos que la promesa que Dios hizo a nuestros padres, nos la ha cumpli– do a los hijos resucitando a Jesús. Así está escrito en el sal– mo segundo: -Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy. Su resurrección para no volver a morir la anunció diciendo: -Os cumpliré la promesa que aseguré a David. Y en otro lugar: -No dejarás a tu fiel conocer la corrupción. David murió después de haber cumplido la misión que Dios le dio para su época; se juntó con sus padres y conoció la co– rrupción. Pero aquel a quien Dios resucitó no ha conocido ta corrupción" (Hech. 13, 32-37) (U.E.). La pregunta flota en el aire. En este aire cada vez más conta– minado. ¿Qué será del hombre del año dos mil? Que es tanto como preguntar qué será de los niños que hoy corren por nuestras ca– lles, juegan en nuestros parques o en las plazuelas únicas de los pueblos. ¿Será de ellos lo que ha sido de esos dieciséis niños de una escuela israelita, secuestrados y luego muertos? ¿Por quién? En este día que escribo -16 de mayo- nada se sabe con certeza. Unos echan la culpa a los otros. Y nosotros terminaremos por creer lo que las agencias quieran que creamos. Pero la cosa es mucho más grave. ¿Qué será de estos niños, de otros muchos? Pues el mundo puede concluir con una heca– tombe atómica. El mundo camina hacia la contaminación y puede morir asfixiado en su propia grandeza. Muchos piden detener el desarrollo económico para salvar a la humanidad. Para conservar un mundo habitable. Mas bien pienso que se debiera dar más auge a lo espiritual. -162-
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