BCCCAP00000000000000000000808
EL PODER DE JESUS "En aquellos días, Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: -Je– fes del pueblo y senadores, escuchadme: porque le hemos he– cho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre. Pues quede bien claro, a vosotros y a todo Israel, que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resu– citó de entre los muertos; por su nombre, éste se presenta sa– no ante vosotros" (Hech 4, 8-10) (U.E). ¿Quién puede poner cortapisas al Espíritu Santo?, así res– oondió una importante jerarquía cuando le pedían suprimiese de qn plumazo ciertos movimientos. La tentación, cuando se tiene el poder es muy grande. Las es– tructuras quieren ser los barrotes de la jaula dentro de la cual pueda aletear la paloma del Espíritu Santo, pero nada de dar un vuelo fuera. Precisamente los "jefes y senadores del pueblo" de Israel se acercaron a Pedro, para preguntarle con qué poder hacía aquellos milagros... Querían reglamentar el milagro. Estos, aquellos; y de los otros ninguno. En nombre de éste, pero no de aquél. No sabían que cuando el milagro es auténtico milagro, no ne– cesita más credencial que sí mismo. "Si no me creéis a mí, creed a mis obras", había dicho Cristo. Entonces fue cuando se destapó Pedro y les dijo que en nom– bre de Jesucristo Nazareno. Lo cual era un bofetón para ellos. Pues le crucificaron, le enterraron muerto y bien muerto. Le pusie– ron guardias por el temor de que surgiese. Y resulta que fue lo que sucedió. Y ahora sus discípulos están por ahí predicando, y lo que es peor, haciendo milagros en su nombre. Pero milagros de los de _;_146-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz