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mo Cristo lo había proferido: "Vosotros haréis estos signos y ma– yores ... " Sencillamente fue para cimentar bien la religión que comen- zaba entonces. Tuvieron su finalidad de signo. Para llamar la aten– ción de las gentes, que siempre se fijan más en lo portentoso. ¿Habría más fe? Pienso que no. Ahora que la fe está cimentada, la religión cristiana extendi– da por el mundo, los milagros escasean. Podría ser porque la fe la hemos hecho rutina. Pero en último término hay que ver la vo– ' luntad de Dios. El sabe por qué. También entonces habría muchos lisiados en el templo de Je– rusalén. A lo mejor cada uno de ellos tenía una puerta en propie– dad, como sucede también ahora. Y sin embargo, Pedro hizo el milagro a uno solo. ¿Por qué a los otros no? · Podríamos seguir preguntando mil cosas hasta el fin de los siglos. Es todo cuestión de fe. Fe para que se hagan los milagros. Cuando Cristo llegó a Nazaret hizo unos cuantos milagros, y con– cluye S. Mateo: "Y no hizo allí muchos milagros, a causa de su fal– ta de fe" ( 13, 58) . Y fe para creer en los caminos inescrutables de Dios que a unos les dice que sí, y a otros que no. Jesús mismo plantea este problema en el capítulo cuarto del Evangelio según S. Lucas (25-27). ¿Por qué a la viuda de Sarepta sí y a otras no, en los tiempos de Elías? ¿Por qué al leproso sirio Naamán .. sí y a otros muchos leprosos no? Todo es cuestión de creer o no creer. Y siempre.será más importante la fe que el milagro. El milagro es signo para creer algo; si esa fe ya es la dueña de su alma, en– tonces no hace falta lo otro. Aunque nos guste mucho, y nos segui– rá gustancio mucho, lo portentoso. -141-
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