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A L A B A R A D I OS "Agarrándolo de la mano derecha lo incorporó. Al instante se le fortalecieron los pies y los tobillos, se puso en pie de un salto, echó a andar y entró con ellos en el templo por su pie, dando brincos y alabando a Dios. La gente lo vio andar ala– bando a Dios; al caer en la cuenta de que era el mismo que pedía limosna sentado en la PUERTA HERMOSA, quedaron es– tupefactos ante lo sucedido". (Hechos de los Apóstoles 3, 7- 10) (U. E.). Los milagros fueron tres: La curac1on. El que aprendiese a an– dar de repente. y la alabanza a Dios. Porque solemos ser prontos para pedir a Dios un milagro, una gracia cualquiera, pero luego para darle gracias a él, ya es distin– to. Ordinariamente los hombres, todos los hombres, solemos ser cortos en nuestras alabanzas a Dios. Pedimos más que damos. Y propiamente hemos sido creados "para la alabanza de su gloria". Ya es una alabanza a Dios el que existamos. Nuestro existir nos habla de la grandeza del Creador. Pero es que el mismo Creador quiere que le alabemos, y no sólo con los labios, sino con el corazón. Muchos salmos son una alabanza a Dios. Fueron compuestos por un hombre hecho según el corazón de Dios. Todos somos hechos según el corazón de Dios, pues todos he– mos sido creados por amor. Y para el amor. Y a través de ese amor a las cosas, dar alabanza y amor a Dios. Porque la alabanza es como un piropo a Dios. Cuando !e ...:...136-
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