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Algunos piensan que cuando llega el Viático llega el final. Es la despedida de este mundo. Y no. Siguiendo el hilo del texto bíblico, vemos qúe Elías quería ter– minar allí, incluso después de refrigerarse, pero el ángel le mandó continuar. Cuando Cristo llega a nosotros para que le comulguemos so– bre un lecho de dolor y enfermedad, es para que cobremos fuerzas y sepamos superar ese mal bache de nuestra vida; No cabe duda que tenerle a él por compañero es una garantía de acierto. Es un aliciente. Es una fuerza oculta: que puede tener efectos curativos sorprendentes. La Pastoral siempre ha insistido en que el sacramento de la Unción de los Enfermos, es para dar la salud del cuerpo si convie– ne. Así se han dado muchos casos. Y la moderna Pastoral ha pues– to esta idea en primer plano insistiendo en que no se debe dejar para !os últimos momentos. Si no que basta cualquier enfermedad seria para que este sacramento se pueda recibir. Esto en cuanto a la Unción de los Enfermos -muy bien cam– biado su nombre arcaico y anticonciliar de Extremaunción-, y so– bre el Viático se puede decir mucho más. Porque a Cristo estando enfermos le podemos recibir muchas veces. Como Viático, o simplemente comulgando por devoción. Es bueno que los enfermos puedan recibir a Cristo, como un amigo que les va a devolver la visita que tantas veces le. han hecho en la iglesia. La principal dificultad es la cada vez más creciente y alarmante carestía de sacerdotes que hagan eso. Pero uno, sin ser profeta, ve venir nuevos cauces que la Iglesia está buscando para que los enfermos cuando más lo necesitan puedan recibir a Jesús. Y si el Viático fuese el final, mejor. Porque no podemos en– contrar mejor compañero para ese "camino qué es superior a nuestras fuerzas", que el propio Cristo que lo conoce perfecta– mente. Lo hizo al revés, del cielo a la tierra, para. que nosotros no nos confundamos de la tierra al cielo. El sabe y él nos guía. Su Evangelio es un guía. Su Redención es una garantía. Y su visita última es un alargar su mano amiga para guiarnos.