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EL VI A T:I CO "Llegó a Berseba de Judá y dejó alli a su criado. El caminó por el desierto una jornada de camino, y al final se sentó ba– jo una retama, y se deseó la muerte diciendo: -Basta ya, Señor, quítame la vida, pues yo no valgo más que mis padres. Se echó debajo de la retama y se quedó dormido. De pronto un ángel lo tocó y le dijo: -Levántate, .come. Miró Elías y vio a su cabecera un pan cocido en las brasas y una jarra de agua. Comió, bebió y volvió a echarse. Pero el ángel d.el Señor fe tocó por segunda vez diciendo: -Levántate, come, que el camino es superior a tus fuerzas.. Se levantó Efías, comió y bebió, y con la fuerza de aquel ali– mento caminó cuarenta días y cuarenta noches, hasta el Ho– reb, el monte de Dios". (1 Reyes 19, 3b-8) (U. E.) No resistimos a volver a comparar por enésima vez la vida a un desierto, que tenemos que atravesar hasta llegar a la casa de nuestro Padre Dios. Se ha dicho muchas veces y se volverá a repetir muchas más. La realidad viene a dar la razón al símbolo. Y en ese camino hay baches hondos, deprimentes, que nos hunden casi hasta el final. Son las enfermedades. Para esa hora Cristo se ha hecho Viático, que significa com– pañero de camino. Elías comió un pan material. Cristo se ha hecho pan eucarís– tico para que podamos nosotros cobrar fuerzas con sus propias fuerzas de Dios-Hombr.e. -10-
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