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Pero además de llorar debemos escuchar la palabra del Se– ñor. Y esa palabra nos dice que seremos salvados. La salvación es la música de fondo que armoniza todo el antiguo testamento, que tiene pleno cumplimiento en el nuevo y que debe alegrar nuestro vivir. Nos dice que habrá un libro de vida, donde serán inscritos todos aquellos que lo merecen, que lo ganaron. Esto del libro, no quiere decir que algunos ya están salvados y otros no. Sobre eso hemos hablado y sabemos a qué atenernos. Para nadie está cerrado el libro de la vida. Es el libro que se va escribiendo con nuestras buenas obras. Que son ni más ni menos que vivir cristianamente el acontecer cotidiano. Cada uno de nos– otros puede escribir sus memorias eternas. Dios se encarga de ir editándolas en el cielo. Aunque El nos ha creado, bien podemos decir que en este sentido nosotros somos los autores de nosotros mismos. Y escribimos nuestros nombres y nuestras vidas en ese iibro ya desde aquí. Con el teletipo divino de la gracia. Lo impor– tante es que no borremos, luego, con las malas acciones lo que de bueno hayamos escrito. Decía Epicteto: "¿La desdicha del hombre consiste en no po– der hacer cosas extraordinarias? No. Porque no ha sido creado para eso. Es desgraciado cuando ha perdido el pudor, la bondad, la justicia, y cuando todos los divinos caracteres que en su alma los dioses han impreso, se borran". -115-

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