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SILENCIO Y BUSQUE DA "El Señor es mi lote", me digo, y espero en él. El Señor es bue– no para los que en él esperan y lo buscan; es bueno esperar en silencio la salvación del Señor" (Lam. 3, 24-26). Dos cosas aparentemente contradictorias: silencio y búsqueda, pasividad y actividad. Comencemos comentando lo que suele ser el primer estadio del dolor cristiano: el silencio. Ahora cuando se ha puesto de moda el yoga, la espiritualidad oriental, la pasividad búdica, será bueno recordar aquella anécdo– ta del maestro indio al que preguntaron los discípulos: -Maestro, ¿cuál es la suprema sabiduría? El guardó silencio. Ellos insistieron: -Maestro, ¿cuál es la gran brahamán, la suprema sabiduría? El maestro no despegó los labios, sólo hacía que mirarles. Una mira– da que impresionaba. Por tercera vez, el más audaz y querido de los discípulos, se atrevió a preguntar: -Maestro ¿cuál es el gran brahamán, la suprema sabiduría? Dínoslo si lo sabes. Y el maestro respondió: -Os lo estaba diciendo y no lo comprendíais. El gran braha– mán, la suprema sabiduría, es el silencio. Bien, como método pedagógico, para enseñarnos a callar cuan– do no tenemos que decir algo más importante que el silencio, va– le. Pero siempre será la palabra, 9 1 fin Verbo divino, más importan– te que el silencio. Ni podemos estar conformes con esa pasividad búdica que no ha servido a los pueblos orientales para salir de su . marasmo de siglos. No obstante, cuando el dolor que estamos comentando llega a un hogar, el saber guardar silencio, sí es una gran sabiduría. Un silencio cristiano que llamamos resignación. Es un primer estadio. Para poner una comparación que deben ver trágicamente repetida por el sudeste español de vez en cuando: Es como cuando las cre– cidas vienen y doblan todas las cañas de azúcar o los cultivos de arroz que se levantan airosos al cielo. Es bueno aguantar. Las ca- -110-
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