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A Ñ O S A N T O: A Ñ O D E G R A C I A Para proclamar el año de gracia del Señor, el día del desqui– te de nuestro Dios" ( Is 61, 2a). El .año santo era el año del perdón. En el antiguo testamento cuando llegaba el Año Jubilar, se perdonaban las deudas, volvían las tierras a su propietario normal, se liberaba a los esclavos hebreos. Era un año de júbilo. De reconciliación para todos. Cuando Cristo proclama el año de gracia, se proclama a sí mismo .como Salvador. Allí mismo en Nazaret había sido nombra– do de esa manera por el ángel anunciador. Se presenta a sí mismo como perdonador y misericordioso. Es la línea de su mensaje. No hay pecado que no pueda ser perdona– do con tal de que exista arrepentimiento. Unicamente no llegará (a luz a aquellos que cierran los ojos, no llegará la gracia a los que cierren el corazón. Será el gran desquite de Dios sobre los pecados de los hom– bres. "Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia". Y el 'des– quite de Dios se llama Cristo-Salvador. El borrará todo pecado de sobre la faz de la tierra, él cancelará nuestra deuda con Dios. La Iglesia ha querido ser transmisora de este perdón sin fronteras de Cristo. Lo es siempre por medio del Sacramento del del Perdón: la Confesión. Pero de una manera extraordinaria lo ha querido ser en los años llamados santos. En estos años ciertos pecados reservados al Papa se perdonaban con más facilidad. Instituyó el Jubileo Bonifacio VIII en el año 1300. Y desde en– tonces con ligeras variantes, cada veinticinco años, se ha venido celebrando el Año Santo, con la visita jubilar a Roma, ganando la Indulgencia Plenaria. La variante de este año es que este Año Santo se ha adelan– tado a las iglesias de todo el mundo en un año. Antes, después de -98-

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