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CAltTA LXV, 21 ~llPTIBMB!ú\ I!'.)lt 95 :leñó, el maderq. carbón, el elemento en que queda cebarse para que ardiera juntamente con El en perpetuas eternidades. Con esto me abismé en Dios y a manera de una persona maniá– tica, que cuando le sorprende la demencia se perpetúa en aquella idea o especie que se le fija, así yo mE:! perpetué en esta idea de que Dios era fuego, y yo la materia térrea destinada a ser pasto de sus abrasadoras llama:3. Y revolyiendo, ya de un modo, ya de otro é!,1- rededor de esta idea, pasé todo el tiempo de mi retiro, experimen– té¡mdo (eso sí) en mi alma la verdad de que Dios, aparte de la suma belleza, suma bondad, etc., etc., era el fuego divinó, y yo el negro tizón de carbón en que quería y pretendía cebarse. Desde este momentó empezó a esclare'cerse la vista de mi alma, a purificarse mi corazón, y a ennoblecerse mi espíritu, pero como perdí no sé si la cabeza o la razón, mejor dicho, me perdí toda yo en la contemplación de las perfecciones divinas, no sé lo que hice, ni lo que me pasó durante mi largo retiro.
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