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~4' CóRR.llSPÓNDEÑCfA DÉ LA M. ANdELÉS CON ÉL P. MARtANO qui sum (l), El que es me envía, etc., etc., me pareció ver a Dios Nuestro Señor representado en la Persona del Padre colocado en una altura sublime revestido de un aire de agrado y majestad in– finita, divina, en quien vi, entendí o no sé qué todo lo que oí decir a Y. R.: l. 0 Que era El el que Es, mi. principio y mi fin, mi centro, mi amor, mi único bien, mi todo. 2.° Que en el período de pruebas, a que me sometió su bondad infinita y he estado desde junio de 1907, había asistido siempre conmigo corno un Padre amoroso, sos– teniéndome en mis luchas y combates, consolándome en mis aflic– ciones y prodigándome toda suerte de caricias y favores; que había acogido benignamente todas mis súplicas, aquellas que yo, en el complicado estado en que me puso la privación de la dirección o el consejo del Prelado, con lágrimas y gemidos postrada en su pre– sencia divina .le dirigía, diciendo: "Vos, Dios mío, asistís aquí pre– sente y véis mi tribulación, lél. triste situación en que me encuen– tro y me ha .,puesto el señor Arzobispo, remediad mi suma necesi- dad ... , pues sabéis cómo remediarla ... podéis remediarla ... y no dudo que lo querréis, pues me amáis más que yo misma ... " "Y. ya ves-me decía el ·señor-cómo he cumplido tus deseos y otorgado tus peticiones". Como todo esto · 10 veía claro en Dios, y el amor con que me ha asistido en mis tribulaciones, haciendo conmigo todos los oficios de padre, de amigo y único confidente de mis penas, me deshacía de gratitud y amor a mi Dios, porque me parecía que, habiendo vadeado un profundo río o mar con mucho peligro de naufragar, me veía ya en la playa alegre y contenta, merced a la asistencia del Señor y su· providencia divina que me había recibido en sus brazos, y que ya no me faltaba más que dar un vuelo para llegar al. centro Dios ... 3. 0 Que quería sacarme de la aflicción de Egipto, '.esto es. de la esclavitud del mundo y de las criaturas y ataduras de mis pecados, faltas, imperfecciones y aprensiones, de la escla– vitud .de mipropio ser, para conducirme a la tierra que mana leche ry miel, que era El mismo, mi principio, mi fin, mi único y sumo Bien, pues quería identificarme consigo ... Y, por último, que El era el fuego divino que arde en infinitos incendios de amor, y yo el (1) Exód., III, 14.
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