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78 CóllllESPONDE~CIA bE LA M. ANGELE$ CON EL l>. MAlllA'NO me dirigió la víspera, en gracia a la cual me abismé en Dios, yo no sé nada; así que no puedo escribir ni de lo ocurrido en mi retiro, ni después del retiro, fuera de los pecados que le he confesado y con– fieso. Verdad es que poseo un bien muy grande ... , que a pesar de todos mis pecados, angustias y tribulaciones,. las que me procuro y ibusco yo misma, soy feliz, muy feliz, y tanto que no trocara mi suerte por la de ninguna hija de Adán; pero de este bien sumo que mi alma posee y hace mi felicidad nada puedo decir ni escribir sino que es Dios, la Santísima Trinidad; aquel Dios cuya sola vis– ta beatifica a las almas, y que quien le conocE: y ama no necesita más que saber que este Dios es feliz en sí mismo para ser feliz. Si quiere que diga alguna cosa más, dígame lo que tengo que decir, pues yo no puedo imprimir en el papel el objeto glorioso que tengo a la vista desde la víspera de la Santísima Trinidad y más desde el momento que comencé los Santos Ejercicios, ni los efectos que produce en mi alma fuera de las ansias de glorificarle y po– seerle sin. medio, beatíficamente. 6.-Mil gracias por haberme escrito tan pronto. No quiero ha– cerme ilusiones-decía para mí--, pues puede ser que ahora en castigo me tenga un mes sin contestar; mas no por eso dejaré yo de escribirle. ¡Si viera qué miedo le tengo! Yo creo que cada vez le temo más. Ni sé cómo me atrevo a escribirle... Como puede suponer, deseo vivamente llegue el día de su venida; pero es tal el miedo que ten– go, que quisiera lo dejara hasta diciembre. No puede formarse una idea de lo que he sufrido por V. R. desde que vino a dar los Santcs Ejercicios a la Comunidad, y más todavía desde julio. ¡Qué angus– tias tán horribles he sufrido! Así que le temo lo que no se puede figurar. Si consiste en mí o np, yo no lo sé; lo cierto es que he su– frido lo indecible, y qué sé yo lo que me esperará. Sin ir más le– jos, esta noche misma lo he pasado muy triste por haber escrito ayer el adjunto relato (1), pareciéndome que me iba a condenar, que Dios Nuestro Señor en castigo de mi soberbia mandaría a los demonios que vinieran por mí, que a V. R. le tengo engañado con (1) La cuenta de conciencia, que le remitió terminada el 21 de sep– tiembre.
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