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6 CORRESPONDENCIA DE LA M, ANGELES CON EL P. MARIANO desde junio de 1911 hasta octubre de 1913, y que la misma escrito– ra mística divide en varios períodos diferentes. En ellos asistimos al cumplimiento de los textos evangélicos que terminan de reali– zar la triple manifestación de Jesucristo al alma, y son ios siguien– tes: a) "Si alguno me ama, guardará mi palabra y mi Padre le ama– rá y vendremos a él y haremos morada en él." b) "En aquel día vosotros conoceréis que Yo estoy en mi Padre y vosotros en Mí y Yo en vosotros." (Joan. XIV, 21.) Son dos fases interesantísimas, que siguiendo a la M. Angeles hemos denominado: a) Vida del alma en Dios, y b) Vida de Dios en el alma, y forman el objeto de esta parte de la correspondencia epistolar. Las cartas que aquí se publican son de tanto mayor interés, cuanto que la parte de la Autobiografía en que la Dirigida había ex~ puesto la marcha del alma en el período a que se refieren (junio 1911-octttbre 1913) ha desaparecido. Como por aquel entonces iba consignando por escrito los fenómenos de la vida espiritual que ha– bían tenido lugar desde que el P. Mariano de Vega se había en– cargado de la dirección, éste no le exigía largas cuentas de concien– cia, pues según escribía el relato de la vida él la iba leyendo, y así se daba cuenta perfecta de las exigencias de la gracia y de los pro– gresos del alma. La M. Angeles describió este período de su vida con tanto esmero, que mientras lo:S cuatro libros anteriores hubo de es– cribirlos por segunda vez, ora -para quedar más tranquila, ora para corresponder a los deseos de quien la mandaba, el libro V salió de sus manos con tanta perfección que sin retoques ni añadiduras fué aprobado por el Director. En cuanto a la extensión del mismo y a la abundancia de gracias consignadas en él, baste saber que de las 1.946 páginas de que constaba el autógrafo de la Autobiografía, el libro V ocupaba 912, que relataban los acontecimientos desde mar– zo de 1910 hasta mayo de 1913. Aquí séanos lícito deplorar una vez más la suspensión de la di– rección del P. Mariano; pues seguramente nos hubiera sido conser– vada esta joya de la teología mística, si miras sobradamente huma-

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