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CARTA LXI, 25 AGOSTO I9II 69 contestaba V. R. desde una altura sublime, donde le veía presente :mi alma en Dios: "Porque debo fijarme ... y tienes que decirme todo... " Me produjo tal deliquio, que parecía que se liquidaba el alma, y decía para mí:. "No sabía yo que soy y fuí siempre tan amiga de tinieblas; tenía que verme obligada a comparecer en un lugar tan claro para que me vea tal como soy no solamente mi Padre, sino también todos los que están con él en Dios Nuestro Señor; a saber quiénes y cuántos serán." 7.-No le molesto más. No recuerdo si el viernes o sábado tuve un desaliento muy grande, que me comenzó por la idea o aprensión de que tengo engañado .ª V. R., que tiene un concepto equivocado de mí, porque me cree una criatura que obra divinamente, cuando soy una religiosa relajada, tibia, sin alma, sin Dios, sin vida interior, holgazana, que no hace nada, impotente para todo lo bueno, y, por añadidura, enferma, que no sirve más que para estar en la cama y dar que hacer a la comunidad, etc., etc. Y como es verdad todo esto, y que si ahora estoy enferma y no hago nada, cada vez estaré más enferma y podré hacer menos, y se aproxima el tiempo en el que, contrayendo las calenturas de costumbre, me postraré en camá para todo el invierno, me desanimé mucho y me abatí, y casi llegué a desconfiar de obtener la gracia de la unión con Dios y santidad a que aspira mi alma, y empecé a tener cierta envidia de las demás religiosas por su estado de salud y disposición en que están de hacer penitencias, velar y orar, y por el tiempo que disponen para vacar a Dios, sobre todo de Sor N., que en las veinticuatro horas del día no tiene otra cosa que hacer que estar con Dios y santificar su alma, libre de toda ocupación y preocupación, y también de tratar con lás religiosas, mientras que yo tengo que estar todo el día metida entre ellas (cuando no también de noche), sin un momento libre para nada. Esto me afligió, y aflige mucho, porque se me figura que estando siempre tan ocupada como estoy y metida entre cria– turas, no puedo ser tan buena ni. llegar al grado de unión con Dios a' que pueden llegar las religiosas súbditas a poco que se dediquen a la oración y vida interior, máxime en esta Comunidad, donde no tienen trato con seglares, ni unas con otras, si ellas no quieren. Pero procuro resignarme en la voluntad de mi Dios, pensando que lo mis– mo puedo glorificarle en otras almas que en mí misma y por mí mis-
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