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68 CORRESPONDENCIA DI! LA M. ANGELES CON EL P. MAil!ANO en cuyo voto de obediencia he resumido todos, esperando que Y R. me los hará cumplir en la forma posible a mi alma en el estado presente. g) Se me olvidaba decir que hace muchos años, doce, catorce, dieciséis o diecisiete, no recuerdo, hice también no sé si voto o pro– pósito de acompañar a Jesús diariamente, por espacio cuando me– nos de dos horas, en su dolorosa pasión, participando de sus penas en la forma posible, cuyo voto o propósito lo he ratificado muchí– simas veces, por ser éste el ejercicio a que me inclinaba mi alma, hasta hace cuatro o cinco a :q.os , que empecé a encontrar alguna dificultad a tiempos, y por último todo el año, por no querer mi alma ni que·la perturbe el ruido de la disciplina, ni que la obliguen a contemplar a Dios bajo otra forma de la que le contemplo, sino que la dejen en silencio y en. paz donde y como está; por esto va a hacer un año que yo no he hecho el ejercicio de la pasión ni he tomado más disciplinas que las de Comunidad y las impuestas por V. R. de penitencia, porque me costaba mucho, moralmente se en– tiende, y me distraía y perjudicaba al alma, aunque no rezaba nada, que esto no lo hacía nunca (1). 6.-He sentido repugnancia, vergüenza, o no sé qué, para obe– decer al mandato de V. R. de escribir esta nota de los votos que he hecho. ¡Qué cosas tiene mi Padre!, dije al leer su carta y ver que me mandaba esto. Me ha pasado lo que me pasó con la nota que tomé de los pensamientos aflictivos que había tenido en los ejer– cicios de la Comunidad, que sin darme cuenta se lo indiqué en una carta, y habiendo entendido que me pediría se la remitiese, no borré de la carta la indicación y me la pidió. ¿Quién será el que me dijo a mí que mi Padre me pediría una nota de mis votos, cuando en mi última le pedía que me descargase de ellos, pensando que dejaría pasar por alto, como lo hizo en los Santos Ejercicios, cuando le indiqué que quería resumir todos los votos que había hecho en el de la obediencia? ¡Qué Padre!, ¡me va a sacar el alma entera y no me va a dejar nada por decir! ¡Qué vergüenza me da! ¿Cómo se fijará tanto en las cosas que yo de prisa y corriendo, y veladas, temerosa de que las vea, le indico? A lo que me pareció que me (1) Cf. A1ltobiografía, p. 159.

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