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66, CORRESPONDENCIA DE LA M, ANGELES CON EL P. MARIANO comer pobremente, etc., que agregué al solemne de la santa pobre– za, proponiendo no comer más que sopas y legumbres, y poco des– pues sólo el plato de sopa, como lo practiqué hasta que los vómitos, y las enfermedades que se siguieron a ellos, me imposibilitaron, en parte, al cumplimiento de dicho voto (1). e) Hice también voto de no hablar más que lo preciso y de pre– sentarme siempre en la grada cubierta con el velo (2), en cuyos vo– tos hice intención de incluir todo aquello a que me había obligado al elevar a más alto grado de perfección el voto de castidad y de clausu– ra. Y, resumiendo de este modo todos los votos anteriores en éstos, quedé con los cuatro votos solemnes y cuatro particulares, a saber: la imitación de la Santísima Virgen, el ayuno y silencio perpetuos, y no dejarme ver de nadie. Cuyos votos hice bajo pena de tener que confesar como falta o pecado mis deficiencias en la observancia de los mismos, pero sin contraer culpa, y con intención también de guardarlos toda mi vida, si el Padre Espiritual prometido, enterado de todo el mal y bien que había en mi alma, me los aprobaba, y caso que no, hacer lo que él me mandara. Y si acaso antes de conceder– me el Señor el Director prometido se verificaba la elección o con- 1 firmación en el cargo de Abadesa, que solicitaban las religiosas, de– clarar al Prela.do o su delegado los tres votos que había hecho de ayunar, guardar silencio y bajar cubierta. al locutorio, y si no me aprobaba mi propósito, de continuar observándolos en la forma po·– sible en el cargo de Abad~sa, anularlos, o pedir al Prelado o Visi– tador que anulase dichos votos, p11:es prefería a ellos el exacto cum– plimiento de los deberes de cargo y elbien de la comunidad. Y al efecto todo cuanto propuse y prometí lo sometí a la voluntad del Prelado o Visitador que viniera a hacer la elección en el caso que esto sucediera antes de concederme Dios Nuestro Señor el Director espiritual que me había prometido. Así súcedió, mas. yo no me atre– ví entonces, ni después, a comunicar al Visitador, que fué el señor ,Deán, ni al Prelado los votos que había hecho y dudas que tenía acerca de si sería o no del agrado· de Dios que continuara observán– dolos en el cargo de Abadesa, aunque el voto de silencio lo había (1) Cf. Autobiografía, p. 236. (2) Ibid., p. 238.

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