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56 CORRESPONDENCIA DE LA M, ANGELES CON EL P. MARIANO voluntad se la declare e intime directamente a V. R. no a mí, ni a 1\ nadie, pues yo he propuesto no creer a mí ni a nadie fuera de •. V. R. en lo que se refiere a la voluntad divina en orden a la desig– tnación del Director espiritual y dirección de mi pobre alma, que tantas y tan amargas penas ha paqecido y devorado en silencio, por esta causa, y por tantas angustias y tribulaciones ha tenido que pa– sar para gozar la tranquilidad y paz que al presente goza, y llegar a donde actualmente está. En la confianza de que acoge esta mi humilde súplica y que no me abandonará nunca, ni me dejará salir de su paternal amparo y dirección, aunque lo intente yo algún día por instigación de satanás o por consejo de alguna persona eclesiástica regular o secular, y en la confianza· también de que reconociéndome por hija, aunque la menor y más indigna, la más cariñosa y adicta a V. R., continuará siendo para mí lo que ha sido y es, un padre, una madre, mi, guía y redentor, mi protección y amparo, mi todo con Dios, le prome– to, no solamente procurar facilitarle el trabajo y aliviarle el peso que Dios le ha impuesto al confiarle la dirección de mi pobre alma, procurando ser muy dócil y obediente a sus mandatos y enseñan– zas, un alma llena de fe y de obediencia, toda ojos para ver lo que desea y me indica, toda pies y manos para ejecutar cuanto entiendo quiere que haga, y toda corazón para amarle y agradecer sus asiduos cuidados y favores, sí que también cuidar de su alma en la presen– cia de mi Dios y mi Purísima Madre. Su hija que mucho Je ama y quiere en Dios y espera postrada a sus pies su santa y paternal bendición, Sor María de los Angeles Sorazu de Jesús Sacramentado. 5.-Le regalo la adjunta estampa como recuerdo de mi defini– tiva entrega. Hace dos o tres años que la tengo. Entre las ovejas que conduce a Jesús no sé cuál o en cuál de ellas estará representada mi alma. Lo que sí sé es que el ciervo o cierva es la figura más acabada de mi alma sedienta de las aguas de la gracia y ávida de sangre di– vina. Por esto, desde hace tres años que la tengo en mi poder, me contemplo y consuelo en esa estampa, sobre todo, cuando veo que

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