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CAR.TA U:x, í4 AGOSTO t9n 47 y ahora me encuentro triste y sola, porque mí Padre ya no está aquí; ansiosa de gracia, sedienta de vida divina y siri nadie que me comunique esta vida divina, sin la que no puedo vivir. Estoy sola y huérfana, y tres veces huérfana: 1) porque mi Padre está ausente y no -puede comunicarme la vida divina, que yo tanto necesito, mediante la palabra divina; 2) porque ya no tiene libertad para decirme lo que Vos le inspiráis por haberme yo quejado tanto... ; y 3) porque está cansado de mí y ya no tiene gusto en dirigirme ... " Por toda. respuesta, Dios Nuestro Señor me hizo ver que saciaría mis deseos, rriis ansias y cuanto le indicaba acerca de -la necesidad que tenía mi alma de vivir de su vida divina mediante la corres– pondencia por escrito de V. R. conmigo, y que ayer me escribiría, pues no estaba cansado ni olvidado de mí, como yo pensaba, sino esperando carta mía y deseando saber de mL.. , · Continúo viviendo en la celda prioral, de donde no acierto a sa– lir, pensando que mientras esté allí, estaré en Ejercicios ... Y como da el balcón a una de las ventanas de la grada interior, todas las no– ches después de Maitines miro a la grada y digo: "Allí estaba mi Pa,.. dre y aquí estaba yo a estas horas en esta y. esta forma; pero ya no está aquí...; está muy lejos ... ; ya no puedo esperar nada de él, sien– do el único conducto por el que quiere comunicarse Dios a mi alma ... ¡Qué sola estoy! y ¡qué pobre soy!, pues no tengo ni siquiera vida en mí misma., como tienen las demás religiosas, ni puedo esperar reci– bir esta vida de Dios Nuestro Señor como la reciben ellas, sino que tengo que recibirla por medio de mi Padre y éste no está aquí!" Y me angustio y lloro y lloraría más si no experimentara los efectos del estado de gracia y de unión en que se halla mi alma con Dios, cuyos efectos y el testimonio de mi conciencia me endulzan y ha– cen sumamente amables las ansias y agonías que padece el alma en este estado de soledad. No quiero molestarle más. De salud continúo un poco mal. No he ayunado más que el lunes 7, viernes y hoy. Mi hermano me man– da que tome quinina para las calenturas; pero no sé si lo tomaré, porque me parece que no me va hacer nada. Demasiado se conocía que V. R. estaba falto no sólo de sueño y descanso, sí que también de fuerzas, y que lo ha debido pasar bas– tante rnal durante su permanencia en Valladolid. Ya pido al Señor

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