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CAR'fA LJX, 14 AGOSTO I91l 43 cibí, y dejando la pluma, me fuí al coro bajo a leerla; y enterada de su contenido, me pongo de nuevo a escribir. ¡Cuánto me ha consolado la lectura de su carta! Pero veamos si necesitaba o no dé consuelo. He dicho que en cuanto a la paz y tranquilidad continúo lo mismo que el día que me despedí de V. R.; y es así verdad, pues me parece que ya para mi alma no existe peca'do ni nada que la conturbe y altere su paz, porque estoy muy sobre las criaturas, y el pecado, y el demonio, y de' cuanto me puede estorbar y perjudicár fuera de mí misma. Pero hay uha cosa que si no me quita la paz, sí me priva del gozo y alegría, y tal vez de muchas gracias de Dios. Es la idea de las molestias y sufri~ mientos ocasionados a V. R. durante su permanencia en ésta, y de mi incalificable soberbia y atrevimiento en revelar los sufrimientos ocasionados a mi alma con su aparente seriedad, mejor dicho, mis aprensiones, y pedirle que cambiase de conducta en el tratamien– to (1). No recuerdo si el día 8 ó 9, movida del deseo de padecer, quise recordar ciertas cosas que V. R. me había dicho; pero no me atreví por haber hecho propósito de no pensar en nada de esto, como V. R. sabe. Tuve así como sentimiento de haber hecho el propósito indicado, pareciéndome que ya no podría sufrir, pues las criaturas no son capaces de hacerme sufrir. Y llevada, sin duda, de este deseo de padecer, busqué o me vino la idea de las molestias y disgustos · que he ocasionado a V. R. durante mi retiro; y con ella y otras mil ideas y aprensiones de que V. R. ya no tiene ni tendrá libertad para hablarme, que está sufriendo mucho por mí, que me aborrece, me desprecia, que está cansado de mí, etc., etc., me he alejado tanto de V. R., que a no pasarme lo que dice David, que si trata de .huir de Dios, donde qúiera que va, allí le encontrará (2), seguramente que el día de hoy estaría mi alma más lejos de V. R. que el cielo de la tierra. Ha habido momentos, muchos cada día, y hoy mismo dos o tres cuartos de hora, por partes, en que esta idea y aprensión de los sufrimientos ocasionados a V. R., mi atrevimiento, etc., me han (1) Véase acerca de este particular nuestra obrita, Una flor siernprevi- 1Jet, p. 69. (2) Salnio CXXXVIII, 8.

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