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3_56 CORRESJ.>ONDENCiA oh LA M. ANGl,LJ'.S CON i,L )}, MARIANO gación, etc., etc. Grande confianza de obtener por su medio todos los bienes y de llegar a ser feliz, muy feliz, con la transformació11: total y completa de mi alma en Dios, úníca felicidad que conozco y deseo. Propósito de obedecerle en todo, de vivir como abandona– da a su paternal providencia sin cuidar de otra cosa que de hacer Jo que me manda y recibir lo que me da, esto es, la gracia divina ... ¡Qué dicha tener un Ministrb de Dios que así cuida .de mi alma, me conoce y conoce mi manera de ser, mi camino, etc., etc., y que con su celo, caridad e interés por mi bien me defienda de mis ene– migos, vigile sobre mi conducta y haga conmigo todos los oficios de un verdadero padre, madre y pastor de mi alma! El día anterior .había tenido cierto retraimiento que me produjo ver que mi Padre no me había mandado confesar por la tarde, es– tando en casa. Lo sintió y deseó llenarme de gracia y vida divimi hasta saciarme. Díjome que estaba visto que Dios Nuestro Señor no quería que se· distrajera por ahí, pues permitía que se turbara así mi alma hambrienta de Dios, cuando no me asiste con la· espe– cialidad que reclama mi necesidad o hambre divina. Lo primero es prip:iero--me dijo-y a esto tengo que atender antes que a lo secundario. para cumplir como es debido mi cometido. ¡Qué caridad y celo por mi bien, y qué bondad tan grande la de mi Dios que me ha dado un Padre tan sabio y prude.i1te, tan paciente, abnegado y celoso de mi bien, tan lleno de caridad y que tanta providencia tiene de mi alma pecadora! ¡Cuán grande es mi obligación de ser santa, muy santa, y de amar y glorificar mucho a mi Dios que tal providencia como ésta tiene de mí! 2.-Esto es lo principal de la nota que tomé de los sentimientos de mi alma, en orden a V. R., la primera quincena de los Satitos I-Cjercicios. No escribo más porque no es necesario, y porque lo prin– cipal ya le indiqué en mi carta de ayer, que fué y es un abismarme en la misericordia y bondad divina y venir a perderme en Vues– tra Reverencia, en la dirección; en virtud de lo cual y de las luces que Dios Nuestro Señor me comunicó en los Santos Ejercicios en orden a V. R. confieso que, a pesar de todas las tentaciones, fugas, retraimientos de V. R., etc., etc., que le comuniqué durante mi re– tiro y en mi última carta, el amor de mi alma hacia su Padre Espi– ritual se ha acrecentado y elevado a grado tan alto, que no sé quién

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