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CARTA LV, 26 JUNIÓ I91í caba; pero tan embebida estaba en el celo de la gloria de Jesús y tan feliz me consideraba con ver a Su Majestad feliz y glorioso que, pareciendo que bastaba y sobraba con esto, desprecié la feli– cidad que se me ·anunciaba de los desposorios o unión de Jesús con mi alma, y más porque estaba empeñada en desaparecer por com– pleto para hacer que sólo viviera Jesús, aunque con la condición de que fuera quien a fuerza de amarle y glorificarle hiciera vivir a Jesús y disfrutar de toda aquella gloria y felicidad que me mos.. traba. Quedé de esta visión ansiosa de glorificar a Jesús y de ser una pura capacidad de amor que se emplee toda, toda en amar y glorificar a Su Majestad. Y desde entonces estoy como deseando o movida, o no sé qué, a fijarme toda en el Verbo Divino Huma– nado y de mirar y buscar al Padre y al Espíritu Santo en El; pero no lo hago porque no sé o no puedo cambiar de estado de alma sin que V. R. me mande o me obligue, o no sé qué. En cuanto lo que me indicó Jesús, o me pareció que me indicaba, de su unión con. mi alma, ahora no lo creo, y sólo la posibilidad de que pudiera suce– der que fuese verdad me hace temer y desear que se difiera, pues yo soy muy perversa y pecadora, y tengo un alma inmundísima que nece~;ita mucho de purificarse y de mucho tiempo para esto, aparte de que no me ·Satisface nada, nada, absolutamente nada fuera de amar y glorificar a Jesús, y en El y con El. a Dios Padre y Espíritu Santo, y todo en unión de mi Purísima Madre. No quiero más dicha. y felicidad que la gloria y felicidad de Jesús, ni puedo tampoco desear otra cosa fuera de esto. No puedo ser má.s extensa, porque ya es hora de ir al coro. Por lo indicado anteriormente .puede, Padre mío, comprender que· no sólo quiero, sino que es de necesidad que V. R. me dé los Santos Ejercicios y. que es voluntad de Dios que me los dé. Yo así entiendo. En cuanto al amor de las almas, continúo como le indiqué en mi anterior, amando a todas no humana, sino divlnamente, y cuan– to más pecadoras, más, y haciéndome violencia, y mucha, para no entrar en los corazones que veo manchado$ con la culpa o destituí– dos de la gracia y espíritu divino. Pido a mi Dios que me deje quieta, siquiera hasta los Ejercicios, para .no introducirme en lqs corazones, pues me cuesta. Su hija pecadora, Sor Angeles. !TlNBRAR!O MISTICO 11

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