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3ro CORIUSPONDENCIA DE LA M. ANGELES CON EL P. MARIANO el paraíso, la dicha que gozan, y los mil martirios y tormentos que me cuesta a mí la condenación, el infierno. Me acuerdo del tormen– to que sufrí en la plática de la vida divina que predicó a la Comuni– dad en los Santos Ejercicios, cuando dijo que había religiosas, o cómo esas religiosas, que iban al coro llenas de preocupaciones y de quehaceres posarían su alma en Dios; y aconsejó que el trabajo fue– se moderado; y viendo que las demás religiosas viviendo tan tran– quilas y descansadas en continuo trato con Dios agradan a mi Dios, escalan el cielo, son contadas en el número de. las vírgenes pruden– tes que aciertan en todo, y que yo a la fuerza, contra toda mi volun– tad, tengo que vivir y vivo haciendo lo contrario, me muero de pena, sufro lo que no se puede figurar; y más porque no hallo medio ni manera de librarme de esta esclavitud. Dos años llevo como arco tirante, padeciendo tantas penas y an– gustias, que a no estar tan resignada y sometida mi alma a Dios, me hubiese desesperado. No puedo, pues, continuar viviendo así; pre– fiero no tener en el cielo más que un grado de gloria antes que lle– var la vida que llevo. No se disguste, Padre mío, por .lo que digo, que si entrara en mi corazón y viera las penas que mi pobre alma ha padecido desde hace ·seis afias que comencé a escribir, y padezco, seguramente que se compadecería. Quiero .abandonar la dirección; escribiré el libro cuar– to, añadiendo el mandato .divino relativo a escribir y alguna cosita más para que no esté tan confuso, pero nada más, y aun esto en dos O tres años, que yo no quiero condenarme por hacer bien ,a otras .almas con mis escritos, aparte de que todo ello es una paparrucha, y es fácil que pare en la lumbre, más si· son mentira como pienso. No tengo tiempo para más. Pida por mí. Su hija pecadora, que en Dios le ama, Sor Angeles.