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.. CARTA LIV, 20 JUNIO x9rr metiendo cada día, pues todo lo que escribo y todo lo que hablo con mi Padre en sentido favorable es una pura mentira, ·porque en mí no hay espíritu de verdad. Dios mío!, ¡qué juicio tan terrible me espera! Si traicioné al Espíritu Santo y cometí los mayores pecados que cometer se pueden en mi. trato con el Sr. Deán, ¿qué haré yo ahora con tanta confianza como tengo con mi Padre para contarle todo lo que se me ocurre, me ha pasado y pasa, cuántas mentiras no le diré, qué perjuicios no le ocasionaré y ocasionaré también a la Comunidad y a todas y cada una de las religiosas con mis. quejas contra ellas? Si en la dirección anterior' metí mi alma en el infierno, como dice mi Padre en su epístola, ¿dónde la meteré yo ahora? ¡Dios sabe! ¡Ay Dios mío, qué será de mí el día del juicio! Yo no puedo . continuar así; tengo que abandonar la dirección y quedar sola, sola con Dios, pues de lo contrario me voy a condenar, y no sólo esto, sinp que voy a ser el escándalo del mundo entero, porque voy por un .camino muy errado, no es Dios sino el demonio quien me ha inspirado la idea de la dirección espiritual y me ha movido e impe– lido a entregarme a ella, con el fin de hacerme hipócrita, mentira-• sa y de apartarme de mi Dios, ponerme en el miserable estado en que me he visto y estoy. Por los efectos se conocen las causas, dicen los sabios, y pues los efectos y consecuencias de la dirección espi– ritual han sido tan funestos, quien me obligó a esto no pudo 'ser Dios, sino que fué el diablo.. Esto me dicta la conciencia, y ésta es la verdad, y si no procuro desengañar cuanto antes a mi Padre, de– cirle que todo lo bueno que le he dicho y comunicado de mí, de pa– labra y por escrito, es mentira, obligarle a que me perdone y absuel– va de todo y me deje libre de la obligación de escribir y comunicar otra cosa que pecados, en la hora de mi muerte ¡pobre de mí! ¡qué juicio y qué castigo tan terrible me espera! Y no podré alegar mi ignorancia por excusa, pues ya me ha avisado Dios bien de veces o me ha hecho ver por medio de Sor N. que no es voluntad suya que yo tenga trato con Directores y Confesores, no comunique mis co– sas a nadie, que peligra mi alma, que peco y ofendo a Su Majestad. en vivir sometida a la dirección espiritual y también en escribir, y mi Padre mismo acaba de asegurarme esto mismo, diciendo que ninguna religiosa me conoce mejor que Sor .N. y que es ésta la que tiene idea más exacta de mí, y es así verdad. Y pues esta religiosa,

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