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22 CORRESPONDENCIA DE LA M. ANGELES CON EL P. MARIANO daño con la malicia de los pecados o faltas que sé ele otras almas, le suplico, Padre mío, me dé una bendición especial y anatematice al diablo para que no me haga daño. También le ruego me dé su per– miso y bendición para amar a Sor N. en Dios y ce>n Dios en el grado que me siento movida a amarla, cuyo amor, aunque no me perjudi– que, sino todo lo contrario, no quiero, sin embargo, tener en mi alma sin su bendición y permiso. - Hay otra religiosa en la comunidad a quien me siento inclinada a amar en la misma forma y entiendo está llamada a la misma vida de unión con mi alma en Dios, es Sor N. Ya desde octubre o noviem– bre del año pasado me ocurre con ella una cosa parecida a la de Sor N., desde marzo; pero yo temo tratar esa alma, y rehuso hacer con ella lo que entiendo que Dios quiere que haga, y estoy sufriendo por ella, y más ahora que nunca, pues, como verá por su carta, está terrible, a punto de desesperar. Yo he procupdo esconderme al ha– blar con Sor N. y ocultarle todo, pero es una criatura que se hace o · vuelve toda ojos para ver los progresos que hacen otras almas en la virtud y las gracias que Dios comunica a las mismas por el instru– mento humilde e indignísimo de mi persona. Por esto, aunque igno– ra la manifestación hecha por Sor N. del estado de su conciencia, no ignora el paso que ha dado en el can:;üno de la santidad, y desde el viernes está sufriendo horrores, no hace más que venir a nuestr:-i celda a pedirme que le saque del estado en que está o le quite la vida en cuerpo y alma, porque no puede sufrir más. Anteanoche, a las doce, estaba llorando a gritos en la cama. Yo procuro consolar– la, pero no puedo; ni sé qué hacer con ella, porque entre ella y mi alma hay un abismo que me impide o impide a mi espíritu ponerse en contacto con su alma y no puedo favorecerla como ella desea. Mire V. R. si puede hacer algo por ella para que no se desgracie, dando en una locura, pues me temo cualquier cosa ele ella. 5.-Desde el jueves no he ayunado; el viernes, aunque era ayu– no de regla, tampoco ayuné; estaba un poquito mal y no me atreví ayunar; hasta el próximo viernes no ayunaré. Hace días que rezo sólo para mí muy bajito o pronunciando náda más, porque me cues– ta mucho rezar; no sé si será desidia, o porque no estoy bien. Estoy de prisa y no puedo más. Hemos tenido. de extraordinario a don Flo– rián para poder llamar a V. R. el resto del año.
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