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20 CORRESPONDJ,'NCIA i)¡, tA M:. ANGlltES CON l:.L P. MARIANO primero la voluntad de Dios acerca de la manifestación de su con– ciencia, y esto yo no lo quería, y si trataba de consolarla y remediar su necesidad por otros medios no lo conseguía. El viernes pasado vino a comunicarme, mejor dicho, enseñarme un propósito que ha– bía hecho el día anterior bajo la inspiración de Nuestra Madre Pu– rísima y me pareció que la veía gemir bajo un peso enorme que lle– vaba sobre sí, de cuy'-1 peso no podía descargarle nadie sino yo, y que me pedía auxilio y que Dios Nuestro Señor me mandaba que la quitase cuanto antes aquella carga o peso y que lo haría con man– darla que me dijese todas las faltas que había cometido en su vida, en la forma que el mismo Señor m~ había indicado. Me inspiró mu– cha compasión, y me sentí muy .inclinada a manifestarle lo que en– tendía, pero me contenté con hacerle una indicación oscura y remo– ta de la voluntad del Señor acerca de la manifestación de su con– ciencia, conservándome exigirle que lo hiciera para más adelante. Ella no entendió lo que le quise decir, pero sí se sintió movida a pedir a Dios Nuestro Señor y a Nuestra Madre Purísima me diese a conocer el estado de su conciencia, y perseveró todo el día en estas peticiones. Yo pensaba diferir la confesión para más adelante, pero se apoderó de mi alma un espíritu, un amor, un fuego santo y santi– ficador, que no contento con abrasarme en amor hacia dicha reli– giosa me impelía a unirme a ella para invadir su alma y purificar– la y santificarla y elev_arla hasta Dios. Parecíame que este espíritu o amor a manera de una ardiente llama de fuego quería salirse de mí para cebarse en aquella alma y absorberla, o no sé qué. Pero me contuve, porque esperaba a Jesús Sacramentado que vendría a vi– sitarnos aquella tarde y quería consultar con El lo que me sentía obligada hacer. Efectivamente, al tiempo de pasar Jesús poi' nuestra calle tuve el consuelo de ver a Su Majestad Divina, con quien estaba en comunicación mi alma, en el seno de Dios, fuera de la Divini– dad en el mundo o no sé cómo decir, no corporalmente 1 pues estaba yo en nuestra celda de rodillas adorando a Su Majestad que lleva– ban en procesión por la calle, sino con el ehtendimiento o no sé cómo. Después de la petición de que me trajera en la' visita del pre– sente año el amor que había traído del seno del Padre a 1a tierra,

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