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t:ARTA LIV, :20 JUNIO Ié'.')Il mucho, muchísimo, en Dios y e 9pero amarle eternamente. Mucho :siento haberle dicho el último día que no tenía pena porque se ) marchaba. Como estaba en mis glorias con Dios y con Jesucristo, de cuya presencia gozó mi alma durante la plática de despedida diri– gida a.la Comunidad, parecíame entonces que me bastaba con Je– sús, y por esto le dije que no sentía que se marchara. Perdóneme, por amor de Dios, esta desatención e ingratitud mía que no habrá dejado de afligir su corazón tan lleno de ternura y ,caridad para con mi alma pecadora. 4.-El próximo domingo será la votación de Sor N. y Sor N.; las religiosas no querrán hacer uso de su libertad y me pedirán conse– jo. Me parece que, en'. concien'.cia, debo decirlas que den el voto a las dos. Sin embargo, para mayor seguridad, espero me diga V. R. su parecer en esto, pues tengo que responder ante Dios por todas las religiosas. Un día (el mes de marzo) estando en el coro en comunicación con Dios, me pareció ver a sor N. muy necesitada de hacer una especie de confesión general conmigo, ansiando hacerlo y detenida por cier- . to temor de perjudicar a mi alma con el relato de sus defectos. En– tendí que Dios me mandaba que le exigiera yo esta confesión y le facilitara los medi'os ya con el conocimiento y cariño que el mismo Señor había infundido en mi corazón para con ella, ya también con ciertas gracias que me concedió de hecho a este fin. Sentí arder mi alma en amor hacia dicha religiosa y a impulsos de este amor le di un fuerte abrazo en el mismo Dios, y al punto quedó o pareció que– dar su alma unida a Ja mía. No recuerdo si aquel día o el siguiente hablé con la citada religiosa, en quien vi los efectos de.aquel abrazo y aunque ansiaba mucho ponerla al corr.iente de lo ocurrido con ella, sobre todo de la voluntad de Dios acerca de la manifestación, de su conciencia, no lo hice porque quería, a ser posible, evitarle el trabajo o molestia de descubrirme sus defectos, aunque conocía :per– fectamente que no le costaría trabajo, facilitándole yo la confesión en la forma indicada por el Señor. Dejé pasar un mes, dos, tres, du– rante los cuales la infeliz ha estado sufriendo por mí, pues venía una y otra vez llorando a exponerme sus aflicciones y a pedirme le sacase de aquel estado; y yo no la decía nada, la dejaba según esta– ba, porque no podía hacer nada a favor de su alma sin intimarle
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