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r8 CORRESPONDENCIA DE LA M. ANGELES CON EL P. MARIANO maitines me parecía que estaba rezando el Oficio de la Santísima Trinidad; y todos estos dfas lo mism_o. No he podido pensar en Je– sús Sacramentado más que el viernes por la tarde, que vino Su Ma– jestad Divina a. visitarnos, como todos los años, en la procesión de la octava de San Miguel que entra en nuestra iglesia. Pero para con– formarme con el espíritu de la iglesia y protestar de algún modo mi amor a Jesús Sacramentado, he procurado obsequiar en la forma posible al mismo Divino Jesús en el seno de Dios y ofrecerle los ho– menajes de respeto y amor que le rinden en el mundo durante esta octava. Como me encontraba bien en Dios, temía que V. R. me obli– gase ;=t descender de allí para buscarle en el sagrario estos días con su primera carta; pero ya vi que no sólo no, me mandaba descender al mundo, sino que me indicaba lo contrario con el trisagio impues– to por penitencia. ¡Qué contenta quedé! Paréceme que todos los días, y repetidas veces cada día, oigo a V. R. cantar el Prefacio que cantó en Misa el día de la Santísima Trinidad y que estoy viendo en Dios lo que en aquellos momentos veía. ¡Qué día tan memorable fué aquél para mí! No lo olvidaré jamás, así como no olvidaré tampoco nunca la víspera, o lo ocurrido en mi alma en este día. 3.-Aunque no tuviera otros motivos, bastan los indicados para que mi alma no se olvide nunca, nunca, de V. R. y procure tenerle siempre presente en Dios, como lo hago, aunque aparece lo con– trario en la nota que le remito de mis sufrimientos durante los Ejer– cicios (1). No, Padre mío, no piense que quiero abandonar la direc– ción ni separarme de V. R., como allí aparece. Bien sabe mi Dios. cuán divinamente le amo en el mismo Dios. y que no puede mi alma estar sin V. R. ·en ninguna parte, ni en Dios, pues cuantas veces se dirige mi alma o eleva a Su Majestad, otras tantas desciende y se dirige a V. R. para llevarle conmigo a donde yo estoy. Por esto, ama– dísimo Padre mío, no haga caso de lo que muchas veces escribe mi. pluma y pronuncian mis labios, estando bajo la impresión fuerte de 0 los temores de condenarme a causa de la dirección que tanto me atormentan, sino fíjese en mi pobre corazón que le ama· y venera (1) Durante los Ejercicios de comunidad, la M. Angeles iba anotando los pensamientos e ideas aflictivas que cruzaban por su mente, a conse– cuencia de las pláticas del Director Espiritual. Este, en carta del 16 de junio, le pedía que le remitiera dichas notas, como efectivamente lo hizo.

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