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flAR.1'A LXXXVI, 2 EN!lltó í9H Persona del Espíritu Santo y que hiciera lo que me mandara. Es– cribí al Padre la tarjeta que entregué a V. R. fechada en abril de 1907; y mientras esperaba la contestación, viniendo a herirme de golpe el recuerdo de los. muchos y grandes favores y caricias sin cuento que me había prodigado Jesús en concepto de Padre, empe– cé a sostener una lucha terrible y a pedir a Dios Padre que inspi– rase al señor Deán la idea de mandarme llamar a Jesús Padre. y no Esposo, pues yo no podía dejar de ser su hija y privarme de sus car.icias paternales, que me gustaban más que los regalos de Espo– so, pues no por esto dejaría de ser también su hija y amarle como tal. Después de pasar una hora en estas súplicas y peticiones, que fueron de las más fervorosas que recuerdo haber hecho en mi vida, en la presencia de Dios, que todo este tiempo se hizo presente a mi alma en el coro, recibí la contestación del Padre en otra tarjeta en la que me. mandaba que fuese primero a Dios Padre, después al Hijo y luego al Espíritu Santo, y que al Padre le llamase padre; al Hijo, esposo, y al Espíritu Santo, amor. Apenas leí la tarjeta, se me quitaron los deseos de continuar lla•• mando padre a Jesús y de acudir primero a·Este, etc.; y me abis– mé en la divinidad; diciendo: "Yo os adoro, saber.ano Dios y Padre mío con vuestro Unigénito mi esposo y el Espíritu Santo mi amor, os arho hasta la pasión divina, como hija al Padre, esposa al Hijo y amante fidelísima vuestra, que soy en unión de aquella que fo fué y es a satisfacción de vuestros deseos, María Santísima 'mi Ma– dre, y de mi Padre Espiritual, y con ambos me abismo toda en.Vos, ¡oh. mi único Dios; mi único Amor! Recibidme, Querido mío, pues– to que no po,seo otro bien fuera de Vos." Encontré en Dios un pa– dre, un esposo, un amigo y amante fidelísimo, el cual me indicó -me parece-que leyese el libro de los Cantar.es y apropiándome a mí todo lo que en dicho libro dice el Esposo a la Esposa y a Su Majestad, .o sea, a Dios Uno y Trino y cada una de las Personas Di– vinas todo lo que se refiere a la Esposa, viviese en adelante en ín– timas y amorosas relaciones con El. Empero, yo, .en aquella ocasión; sentía pasión divina por Jesús Humanado, pasible y mortal, de cuyas penas había participado de lleno la Semaná Santa y con quien se había identificado mi alma. Es por e.sto que nadie ni nada fuera de la Humanidad de Cristo pa-
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