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170 CORRESPONDENCIA DE LA M, ANGELES éON EL P. MARIANO plicísinia y trina. Sobre todo este último le produce una estupefac– ción indecible e inefable, que la transporta, enajena y encanta. Los misterios de amor y las relaciones divinas en que el alma vive y se · mueve, las ve descritas en los dos primeros capítulos del "Cantar de los Cantares", que se aplica a sí 1nisma. "En este período, en s.us relaciones con Dios, no padece el alma inquietiules, sino que goza rnucha paz por la seguridad que pro– ducen en ella las cmnunicaciones divinas; pero sí padece penas ex-– teriores· en sus relaciones con las criaturas, v. gr.: desamparos, per– seciwiones, jiticios temerarios, etc. En este estado el alma no pue:– de hallar a Jesús sino en tres lugares: en el seno de Dios, a la de– recha del Padre y en el Santísimo Sacramento." Dios se sirve del Director espiritual-sobre todo si el alma está llamada a una perfecta obedienciCv--para otorgar a ésta las gracias niás señaladas, como las heridas de amor, los toques sustanciales, la fusión de voluntades, de inteligencias o de vidas, las místicas en– tregas de las divinas Perso1las, etc. Las más de las veces todo esto se verifica a presencia del Director; éste, sin embargo, no se da citenta a no ser de un 1nodo general, es decir, conoce que algo ex– traordinario pasa entre Dios y el alma, pero no penetra el modo .1.J mucho 1nenos la naturaleza del misterio que se está realizando. La ocasión de estas gracias extraordinarias pu,ede ser una palabra, una exhortación, una pregunta, o la simple mención del atributo . en .que Dios desea manifestarse; Merced a dichas com1-tnicaciones, el alma "se abrasa en divinos ardores, se enajena y permanece largo rato fuera de sí y como per– dida en Dios, aunque el enajenamiento se limita al espíritu y no le impide el cumplimiento de sus deberes externos, pero sí los di– ficulta" (1). El 25 de agosito de 1920 escribía la M. Angeles al P. Mariano: "El capítulo 18 (de la Vida espiritual) pertenece ,al año 1912." El lector vodrá verificar por sí mismo la correspondencia de los f enó– menos descritos en las cartas de este período con el análisis del ci– tado capítulo que acaba de leer. El alma continuó desarrollando su actividad en este tercer período hasta mayo del a1ío siguiente. (1) SoR ANGELES SonAzu: La- vicla esviritual, cap. XVIII, pp. 203-224.

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