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LXXX 28 noviembre 1911. Gloria a Dios Uno y Trino. Mi muy venerado Padre en Cristo: Después del respetuoso y fi– lial saludo debido a V. R., le ruego humildemente me bendiga. He recibido su carta. Adjunta la solicitud que me pide. Ya es– taba pensando a quién me dirigiría para pedir u obtener la gracia que solicito al ver que V. R. nada. me décía (1). Por poco he estado que no he dejado la carta sin abrir; pues era tal mi miedo que quería dejarlo para cuando V. R. viniera. Pero empecé a leer por el final para ver cómo terminaba y formar un juicio de lo que me diría, o sea, ver si estaba V. R. enfadado, como yo pensaba, o no. Y apenas leí las primeras letras, se me quitaron los miedos y la leí toda, y con su lectura desapareció mi tribula– ción, la que no ha sido pequeña. ¡Qué angustias he pasado ayer todo el día y sobre todo por la noche! ¡Parece mentira, Padre, que sabiendo el daño que me hace su silencio y tardanza en contestar a mis cartas, haga esto conmi– go! Comprendo que hace demasiados esfuerzos para escribirme con la frecuencia que lo hace. Pero es tanta mi necesidad, que m~ pare– ce merece la pena de molestarse un poco, sobre todo hasta. que des– aparézcan estos miedos y aprensiones que me matan. ¡Si viera, Padre mío, qué angustias tan terribles sufro cada vez que se apo– d~ra de mí la idea de que está V. R. disgustado conmigo!, etc., et– cétera. Es acabárseme la vida. Y esto .estando bien con Dios ... ¿ Qué sería de mí si en estas angustias me encontrase sola? Es verdad que le debe mucho mi alma, y por esto espero le ten- (1) Se trataba de obtener permiso para comulgar en la noche de Na– vidad.

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