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I2 CORRESPONDENCIA DE LA M, ANGELES CON EL P. MARIANO racion de la gracia y se da perfectamente cuenta de la presencia real y 1.efectiva de las tres Divinas Personas y que en ella se ha cumplido el misterio de la divina unión transformativa. A partir de este venturoso momento, que deja en ¡quien lo vive resabios de paraíso, la vida se polariza toda entera en.torno a la Tri– nidad beatísima. Todo se ve, contempla y estima en fimción de este divinísimo e incomprensible misterio. El alma tiene conciencia de poseer las tres Divinas Personas; pero comprende, asimismo, que no ha llegado aún al término feUz de esta maravillosa y felicísima uni6n. Ya no necesita correr como hasta ahora, es cierto; pero ele– vándose más y más Dios Nues-tro Señor a medida que va aumen– tando la capacidad del alma, ésta "necesita alas para elevarse al paso que Dios se eleva, volar en la esfera de la divinidad del conocimien– to y amor de una perfección a otra. Estas alas son la segunda y ter– cera Persona de la Trinidad, que Dios Padre entrega al alma perpe– tuamente para que con ellas vuele" (1). * * * Este vuelo místico en las esferas de la divinidad se ·desarrolla en cuatro etapas sucesivas, que constituyen los diferentes períodos de la vida del alma con Jesucristo en Dios. Verificada la unión transfor1na!tiva mediante el descenso y en– trega de las tres Divinas Personas en el matrimonio espiritual, el alma empieza a vivir en Dios e inicia una como fiesta, perpetua de la Santísima Trinidad. Más bien que sentir a Dios dentro de sí, se di– ría que se siente a sí mism,a dentro de la Trinidad, como careada y circundada de la vida divina. La Trinidad la acompaña sie1npre; y aun cuando la contempla a 11.na cierta distancia, no deja por esto de conocer que, en realidad, "ni.ora en la región superior del espíritu como en la cüspide de la inteligencia y de la voluntad". Dios se deja ver en rtodo el esplendor de su gloria y majestad infinitas, de su belleza y perfección incom- (1) SoR ANGELES SoRAzu: La vida espiritual, coronada por la triple ma– nifestación de Jesucristo, cap. XV, pp. 165-174. Valladolid, 1924.
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