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1.20 CORRESPONDENCIA DE LA M, ANGELES CON EL P. MARIANO temores que le dije en mi anterior que temíé!. me acorr1eterían por lo que había escrito. Pero al cuarto o quinto día, en vista del olvido y abandono de mi Dios y disipación de espíritu en que vivía, empecé a cavilar y pensar que todo lo que había comunicado a V. R. en mi última era una pura ficción y mentira, una soberbia refinada, et-· cétera, etc. Y con esto empecé a intranquilizarme y a temer y abo– rrecer la direcéión y a sentir las angustias y ahogos que antes por causa de la misma, de cuyas angustias y ahogos por la dirección estaba Hbre desde que me despedí de V. R. el 5 del actual, y por esto contentísima, porque me hacen sufrir mucho tales angustias... 4.-Pero, a Dios gracias, ya estoy libre de ellas desde ayer por la mañana, que se me ocurrió leer las cartas .que V. R. me ha escrito desde los Santos Ejercicios; y con su lectura se desvanecieron los temores y desaparecieron las angustias; renació la calma, el re– cogimiento... y empezó mi alma a encaminarse de nuevo '.tacia su centro, Dios, y ya estoy donde debo estar. ¡Qué bueno es Dios! Con todo, no quiero dejar de suplicar .a V. R. lo que he creído que era un deber de conciencia y creo que lo es: que no. crea nada de lo que yo en mi anterior le he comunicado, ni de lo que verbal– mente o por escrito le. he hablado en pro, porque en mí no hay nada bueno; yo no soy esposa de Jesucristo, ni estoy en las alturas que V. R. cree e indica en su última, dando fe a mis mentiras, sino que soy una vil esclava del demonio, mejor dicho, soy peor que el mismo demonio, más todavía que por los muchos· y gravísimos pecados que he cometido en mi vida pasada y cometo en la pre– sente, por mi incalificable y sobrehumana y diabólica soberbia, que me hace aprender lo que no soy y persuadir a V. R. que soy nada menos qué esposa del Hijo Unigénito de Dios Jesucristo... , siendo como soy una vil e infame esc;lava de satanás. Por Dios ... , por el mismo Divinísimo Jesús, le ruego y suplico, Padre mío, que no me crea nada bueno de lo que le digo, porque todo es mentira, una pura ficción, una locura... Crea, sí, lo que ahora le digo: que soy una infame mujer sin igual en la soberbia, una criminal criatura, una torpe pecadora, un puro pecado y corrupción; porque ésta es la verdad... y no lo ignora V. R., y lo conocerá mejor si me mira en mí misma, en lo que tengo de mi propia cosecha y he adquirido con
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