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CARTA LXXI, 24 OCTUBRE I9II II9 y a éste porque me ha pedido por favor qué .escriba, aunque no sea más que dos letrás, en las cartas que le dirijo por no afligir a mi hermano, que se pone triste cuando no ve mi letra, pensando que estoy enferma. · 2.-El 17 por la noche, después de maitines, me acosté bastante mal y no volví a levantarme de la cama-excepto el 18, 19 y 22 para comulgar-hasta el domingo por la tarde. He esta.do bastante mal, y aunque me he cuidado y continúo cuidándome lo mejor que pue~ do, no me he puesto bien todavía. No he ayunado ningún día, in– cluso el viernes. He estado en cama primeramente con un colchón y sábana, después con dos• c.olchones y más tarde con jergón y colchón, pues he sudado tanto que he calado hasta la tarima de la cama y han tenido que mudarme varias veces. Desde el 17 por la noche, que recé las completas y maitines, no volví a rezar el Oficio Divino hasta el 22 por la tarde, que recé vísperas y completas y los maitines del día siguiente. Los días que he estado en cama_ he estado sin el santo hábito. No sé qué fin se propone Dios Nuestro Señor en ponerme tantas veces enferma, Alguna: vez he llegado a pensar si lo hará por pri– varme de las dulzuras que encierra .su trato divino... Yo lo siento, más que por lo que padezco tque no padezco nada), por los pecados sin cuento que cometo y hago cometer a .las religiosas con mi mal ej.emplo y relajación, sobre todo en la obser.vancia del santo silen– cio, y por lo mal que lo paso moralmente todo el tiempo que estoy enferma en cama; pues todo el tiempo estoy disipadísima, .muy dis– traída, muy mal, sin hacer otra cosa que ofender a mi Dios y es– candalizar. a las religiosas con mi mal ejemplo, máxime a las pobres enfermeras, a quienes doy muchísimo que hacer. Antes parecía que Dios. Nuestro Señor esperaba a verme enferma: en cama para dis– pensarme sus gracias y favores. En· cambio, ahora, apenas me que– do en cama, cuando pierdo el recogimiento, la presencia ~e Dios, todo; y me quedo como una religiosa sin espíritu ni vida interior, como un cuerpo sin alma; y abandono a Dios, me alejo de El y no hago más que cometer pecados, sobre todo en la observancia del santo silencio. 3.-Los, t.res días primeros, después que me acosté, aunque disi– padísima ·y en completo olvido de Dios, estuve tranquila, sin los

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