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CAPITULO VII ENFERMOS, PRESOS, GITANOS, PROSTITUTAS Si el corazón de Leonor era tan grande que abarcaba con el pensamiento, con la oración, con la compasión, con el amor a todos los necesitados del mundo, sus pies y sus manos, en cambio, tenían por fuerza que circunscribirse a un campo limitado de operaciones apostólicas y caritativas. Evidentemente, todo no lo podía hacer Leonor; pero lo que pudo hacer, siempre lo hizo, sobre todo a favor de los más pobres, de los más humildes, de los más abandona– dos. Y lo hizo con sencillez, con naturalidad, con inefable bondad, sin la menor sombra de vanidad o de interés propio. Leonor no se trazó lo que se dice un plan de apostola– do. En su tiempo se hablaba poco de apostolado social y menos de pastoral de conjunto. Tampoco se limitó a un solo ramo del apostolado, por ejemplo, a los obreros, a los enfer– mos ... No. Ella, donde veía una necesidad o una desgracia, donde contemplaba un pobre de cuerpo o de espíritu, allí le tiraba el corazón. Y se ponía a trabajar sin pensarlo dos veces. Obreros, enfermos, presos, gitanos, marineros, soldados, niños, ancianos y hasta las prostitutas fueron objeto de sus desvelos y cuidados maternales. Leonor nunca pensó en 88
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