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Una de ellas, que tanto vale, es el trabajo diario, el sudor de nuestra frente, aceptado con gusto, unido a la Sagrada Familia, y así quedará santificado. Trabajar es orar, cuando se hace por Dios. Tenemos que recordar que amar no es "dar", sino "darse". Démonos a Dios y al pr6jimo y habremos cumplido todo nuestro programa de cristianos. Luego, ¿que flaqueamos?, ¿que caemos?, ¿que nos quebra– mos? Somos de barro, pero de un barro distinto al de los pucheros, porque nosotros nos arreglamos. Nuestro Divino Alfarero nos sabrá componer y dejar mejor que de nuevos". Aquí un respiro, solamente para pensar: Teresa de Jesús, Catalina de Siena, ilustres Doctoras de la Iglesia, ¿habrían derramado en sus palabras más luz, más sabiduría, más unción ... ? Leonor va ahora a tocar la fibra más sensi– ble de todo buen asturiano.. Así dice: "Pidamos a nuestra Santina, que sea siempre nuestra Madre. Y a nuestros Santos Patronos, San José y San Rafael, que nos defiendan. Que San Rafael nos proteja siempre en este viaje tan peligroso y nos conduzca al puerto seguro. No, no dejemos ning{m día de invocar a la Virgen Santísima. Y ahora, antes de terminar, recemos un Padrenuestro por nuestros bienhechores". Aquí enumera a varios de estos bienhechores, vivos y difuntos, y, después del Padrenuestro, termina de este modo: "Que la Sagrada Familia nos bendiga a todos y sane a nuestros enfermos. Y, luego, paz y alegría en el Señor, ya que esperamos todos estar en gracia suya. ¡Viva la H. O. A. C.!". • • • 84
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