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nada de natura] y sí mucho de sobrenatural - es que esto lo hicieran con una mujer que andaba rondando los 70 años. Contin{1e usted, por favor, querido señor ex-comunista. "En pocas semanas nos tenía a todos ganados para su acción apostólica y, entonces, empezaba su gran labor. Aho– ra, en vez de caramelos y cigarrillos, repartía revistas reli– giosas, rosarios y medallas de la Virgen, que todos recibíamos con el mismo agrado, si no más, que los primeros donativos que nos hizo. Yo mismo y otros muchos compañeros. con– vertidos por ella, conservamos, como preciosa reliquia suya, aquellos donativos de objetos religiosos que nos daba. En una de las visitas diarias que nos hacía al Centro para intimamos a perseverar en el bien comenzado, unos meses anles de morir, uno de los obreros, llamado Cárde– nas, sacó del bolsillo su rosario y le dijo: "Madrina, he aquí el Rosario que usted me dio hace siete años yendo a La Felguera''. "Muy bien, hijo mío, le dijo ella, rézalo todos los días en familia, con tu mujer y tus hijos, y será para tí y los tuyos un canal de bendiciones que la buena Madre del cielo derramará sobre todos vosotros". Hemos pensado muchas veces que un comunista con– vertido puede ser uno de los mejores cristianos y que nunca formará en las filas de los adocenados y vulgares. El presen– te caso es una confirmación. Nuestro ex-comunista concluye de este modo: "Termino, porque sería imposible relatar to– dos los hechos apostólicos suyos". 80

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