BCCCAP00000000000000000000806

ante un testimonio tan vivo y tan elocuente de abnegación y caridad cristiana, termina así su relato: "y o podría darle a usted centenares de casos de los que fuí testigo personal del inmenso apostolado que esa ilustre y ejemplar dama cristiana hizo entre nuestros obreros, que la quieren como a una madre y la adoran como a una santa; pero para muestra basta un botón". Otro obrero, miembro de la H. O. A. C., Don Quintín Mayordomo, nos va a contar sus impresiones y experiencias. "Yo conocí a Doña Leonor en la Hermandad Obrera de Acción Católica en el año 1951, que se ocupaba de arreglar la capilla del Centro y la creía por su actitud humilde, su trato jovial y su acendrada piedad, que sería una de tantas beatas que pululan en nuestras iglesias y que por muy res– petables que sean, me parecen personas inútiles, vista la labor inmensa de apostolado social que tenemos que hacer los católicos entre el obrero descreído, el comunista de oca– sión e interesado y el que se nos aparta por no encontrar el calor de hermandad que debemos proporcionarles los cris– tianos convencidos. Pues bien, muchas de esas personas que parecen tan fervorosas y piadosas en la iglesia, cuando se les pide un favor, a sabiendas de que pueden hacerlo, dan muestras de un egoísmo a ultranza y de una falta de verdadera religión que pasma. Y, como ya estoy tan escamado de chocar con esa clase de gente que se comen los santos y son nulas en 77

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz