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vino a evangelizar a los pobres y pasó por el mundo hacien– do el bien, tenía preferencia por los desheredados, por los más azotados por la desgracia, por la sociedad, por la injus– ticia o por sus propios delitos. El tiempo que le dejaban libre sus clases de idiomas - con las que se ganaba el pan nuestro de cada día y de las que se valió para hacer un frnctífero apostolado entre la niñez y juventud- lo consagraba íntegramente, "avara– mente" a sus obreros, enfermos y necesitados. En Madrid, en donde Leonor vivió varios años antes de la muerte de su madre (5, marzo, 1916), ya comenzó a realizar obras de apostolado entre los humildes, si bien muy discretamente por su juventud. Pero fue aquí en Asturias y, sobre todo, en Oviedo, en su querido Oviedo, en donde se entregó en cuerpo y alma a este su preferido apostolado durante cerca de cuarenta años. LO QUE ELLA DICE Comencemos por lo que ella misma nos cuenta, o mejor, le cuenta secretamente a su Director espiritual en el "Cua– derno Autobiográfico" tantas veces citado, aunque a la chita callando nos vamos enterando también nosotros. Estando veraneando en Belandres (junto a Cudillero) con la familia de Moutas, salía por las tardes a las carreteras e iba repartiendo hojas de propagan,da religiosa o dejándo– las caer, como quien va sembrando. Había un taller de 72