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tas indulgencias haya concedidas a las buenas obras que haga en el curso del día y, en fin, la gracia de una buena muerte. Deseo agradeceros otras tantas veces, en mi nombre, en el de mis parientes y amigos y en el de todos los hombres que hay, ha habido y habrá hasta ei fin del mundo, todas las gracias que me habéis concedido y me concederéis, ya sean conocidas o desconocidas de mí; todos los dones natu– rales y sobrenaturales con que me habéis favorecido, todos los que a diario me estáis concediendo y me concederéis hasta el fin de mi vida; y no sólo a mí, sino a todos los hom– bres pasados, presentes y futuros. Deseo también agrade– ceros la bondad con que tanto tiempo me habéis esperado a penitencia, y con que me habéis perdonado tantas veces, a mí y a todos los pobres pecadores. En una palabra, formo la intención de hacer de la vida que me quede un continuo acto de expiación, de acción de gracias, de adoración, de súplica y, sobre todo, de amor. Pueda yo, Dios mío, reparar de este modo todo el tiempo que he perdido y tributaros toda la gloria de que os he privado hasta ahora. ¡Amén!". DEVOCION A MARIA No por una necesidad intrínseca u ontológica, sino por voluntad de Dios, la Virgen Santísima juega un papel muy importante, imprescindible en la economía de nuestra sal– vación. Por voluntad de Dios, María es Madre de Dios ' Madre de Cristo Salvador, Madre de la Iglesia y, por consi- guiente, Madre espiritual de todos los redimidos con la 65
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