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Jesús. Todo se lo encomendaba a El, y sacaba lecciones de cualquier suceso para vivir más plenamente su total entre– ga. Dejemos que nos cuente, con su natural gracejo, esta escena paradisíaca: "Llevé a casa un gatito que encontraron unos niños. Como tenía miedo al perro, los separaba a los dos. Cuando iba a cuidarlos, me cogía primero al gatito, lo metía debajo de la chaqueta, abrochada, y el picarón de él, desde allí desafiaba al perro, porque se sentía bien seguro. Esto me sirvió de meditación para esconderme yo también en el Corazón de Jesús y, desde allí, desafiar al demonio". Leonor iba casi siempre a la iglesia de las Madres Salesas. Si nos preguntamos el porqué, siendo así que tenía más cerca otras varias iglesias, encontramos estas dos razo– nes: l.ª), porque la iglesia de las Salesas está dedicada al Corazón de Jesús. En el centro del altar mayor tiene su trono una imagen de talla del Corazón de Jesús, de las más bellas que hemos visto. 2:), porque esta iglesia está regentada por los Padres de la Compañía de Jesús, que cultivan mucho esta devoción y solemnizan sus cultos: Novena, Primeros Viernes, Horas Santas, etc. En un sobre, junto a dos mechones de pelo rubio de Leonor, enviados desde Francia y pertenecientes a sus tiem– pos de colegiala, hemos encontrado también un papel vie– jísimo, amarillento, de unos quince centímetros de largo por diez de ancho, con dos dobleces, gastado y roto por varios sitios; lo que demuestra que ha sido escrito hace muchos años y utilizado por Leonor, avalado no con su firma, pero sí con su rúbrica; en él hemos encontrado una consagración 63
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