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sangre en el Colegio del Corazón de Jesús de sus tías, las señoritas Pérez Mirat, en cuyas aulas Leonor aprendió las primeras letras. La devoción al Corazón de Jesús, que para Leonor fue siempre el SOL de todas sus devociones, es una devoción tan sólida, tan eclesial, tan fundamentada en la Revelación y en la Liturgia de la Iglesia que el gran Papa León XIII, después de citar a varios de sus Predecesores que aprobaron y recomendaron esta devoción, dice: "Es innata al Sagrado Corazón la cualidad de ser símbolo e imagen exterior de la infinita caridad de Jesucristo que nos invita a devolverle amor por amor". (Ene. "ANNUM SACRUM" de 25 de mayo de 1899). Y en la misma Encíclica añade: "Ved hoy ante vuestros ojos un segundo lábaro consolador y divino: El Sacratísimo Corazón. En El hay que poner toda nuestra confianza; a El hay que suplicar y de El hay que esperar nuestra salvación". En esta misma doctrina abundaron los Pontífices si– guientes. Pío XII afirma: "No se puede dudar que los cris– tianos que honran al Sacratísimo Corazón del Redentor cumplen el deber, por demás gravísimo, que tienen de servir a Dios". (Ene. "Aurietis aquas" de 15 de mayo de 1956). Y añade: "No se trata de una f6rmula cualquiera de piedad, que no pueda posponerse a otras o tenerla en menos, sino de una práctica religiosa sumamente apta para conseguir la perfección cristiana". Y es que la devoción al Corazón de Jesús significa y comporta la adoración al amor de Cristo en todas sus dimen- 60

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