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CAPITULO V DEVOCIONES PREDILECTAS Todos los caminos llevan a Roma, dice un adagio po– pular. Para ir a Dios no existe más que un solo camino: el camino del amor. Este camino, único en su origen, tiene dos líneas paralelas: el amor a Dios y el amor al prójimo. Mas, para llegar a este camino, doble y {mico a la vez, existen otros muchos caminos, entre los cuales cada cual puede escoger a su gusto. Leonor no se anduvo nunca por veredas o por caminos tortuosos. Ella se metió, sin más -y casi sin pensarlo-, en el camino principal: en el camino del amor. Pudiéramos decir que el amor a Dios y el amor al prójimo fueron en Leonor connaturales, que los heredó con la propia sangre. No en vano tuvo unos padres religiosísimos y extraordinaria– mente caritativos. Así tuvo cumplimiento en ella el viejo adagio castellano: "De tal palo, tal astilla". DEVOCION AL CORAZON DE JESUS Ya hemos dicho en el capítulo primero que, recién na– cida, su madre la consagró al Corazón Divino de Jesús. Y esta devoción al Corazón de Jesús, heredada de sus padres, podemos decir que recibió su espaldarazo, su bautismo de 59

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