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que entren de una vez en el redil? Pero como yo también f .. pido con vosotras, se ve que tampoco yo tenga uerzas . En una tercera carta añade: "¿Qué tal Hiro-Hito? ¡Qué caliente y cosquilleante tendrá la oreja derecha, cuando tantas (y tantos) nos ocupamos tanto de él! Pero entre todos vamos a darle tal empujón, que lo vamos a hacer caer de bruces en nuestra Santa Religión Católica. ¡Qué contento se pondría entonces Jesús! Pues, como sus súbditos están tan unidos a él y lo siguen como monos de imitación, nos viene muy bien ahora, porque él los arrastrará a todos en su caída, y luego, ¡vaya millonada de santos para el cielo! ¿No os ani– ma todo esto? ¿Verdad que sí? ¡Qué alegría luego, cuando allí veamos todas las personas que hayamos conseguido empujar hasta el cielo!". Y termina esta hermosa carta con una recomendación sencilla, pero eminentemente práctica para la santificación del trabajo: "Y bordad tan bien, queridas, que vuestro ángel de la guarda pueda presentar vuestra labor a Dios Nuestro Señor, para que sirva también de oración y sacrificio para lo que le pedimos". Todas las cartas de Leonor, según algunas referencias que tenemos, vienen a ser por este estilo: amenas, religiosas, apostólicas. Y pensar que salieron de la pluma fácil y correc– ta de Leonor millares de cartas que, reunidas, formarían varios volúmenes ... ! Ahora bien, si de lo que abunda en el corazón habla la boca y, consiguientemente, se escapa también por los puntos 54

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