BCCCAP00000000000000000000806
que se hizo santa. Santa ahora en el concepto popular; espe– remos que más tarde canonizada por la Iglesia. La obsesi6n de Leonor no era más que ésa: la santidad. Hacerse santa ella y que lo fueran también los demás. "Pide a Dios que nos hagamos unas santazas", escribe a su amiga y confidente Quetina Alvarez. Y en varias cartas dirigidas a su también amiga y Terciaria Franciscana, Nati Fernán– dez, Profesora del Centro de Bordadoras de Cudillero, no cesa de sermoneadas, exhortándolas a hacer muchas oracio– nes y sacrificios. Pero todo esto de una forma cariñosa, in– geniosa, chispeante. En una carta fechada en Pravia, a mediados de enero de 1950, les dice: "Aunque hubiera disfrutado mucho con una carta vuestra, prefiero que, en cambio, recéis mucho y hagáis muchos sacrificios por los pecadores. ¿Me lo prome– téis? Me parece oir desde aquí un sí prolongado y unánime... A ver si en este Año Santo, entre todas nosotras, darnos un buen empuj6n a Stalin, a Hiro Hito y a Chak-Kai-Chek... Diremos: "¡A la una, a las dos y... a las tres! Y, si no, como parece que están muy pesados, haremos y diremos como los pobres obreros que, todos juntos y a la vez, quieren mover una cosa muy pesada: ¡A...hora! ¡A...hora!". En otra carta se expresa así: "¿Seguís siendo muy bue– nas? Yo creo que sí, y haciendo muchos sacrificios. Los en– conh:aréis todos en el cielo y veréis a cuántos habéis convertido o ayudado a convertir. Stalin, Hiro-Hito, su her– mano y su tío están todavía verdes. ¿No tenéis fuerza entre todas (ya véis cuántas sois) para darles un buen empuj6n y 53
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz