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de una meningitis que le producía tremendos dolores, de los que no quería verse libre para sufrir más por el Señor. El mayor, Julio, murió a los 45 años, después de una larga enfermedad que llevó con ejemplar resignación, invocando la protección de Leonor, que le había precedido en su en– trada en el cielo. Doña MARIA LUISA MENENDEZ, viuda de MOU– TAS, y su hija CARMEN MOUTAS, residente en Conde de Toreno, 4, 8. º, nos dice que Leonor permaneció con ellos varios años de institutriz, yendo y viniendo a Pravia, en donde tienen un chalet con su finca al lado de la iglesia. Según ellas, Leonor observó una conducta siempre ejem– plar, cumpliendo lo mejor posible con su deber y aprove– chando todo el tiempo que le quedaba libre para hacer apostolado con todas las clases sociales. Era sencillísima en su trato y tan delicada de concien– cia que, cuando se hacían comentarios que ella pudiera interpretar poco correctos, desaparecía discretamente y se marchaba al oratorio de la casa o bien a sus obras de apos– tolado. Nos consta, por el testimonio de varias personas que han hablado con nosotros de Leonor, que ésta, siempre generosa y agradecida, conservaba un especial afecto a estas dos familias con las que había convivido tanto tiempo. No hemos juzgado necesario hacer más indagaciones, preguntando a otras familias en las que hubiera estado de institutriz, puesto que sabemos que son éstas las principales. ¡Dichosos los que la conocieron y trataron, que tienen al1ora en el cielo tan poderosa intercesora! 40
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