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eso pude estar, porque en el acto trepé ,hasta la ventana y pasé al través de los barrotes, porque era muy menuda, y salté al pinar. Luego fui al recreo y me presenté delante de la monja. Creyó que otra monja me había abierto. Al decirle yo que no y ver que la puerta estaba cerrada, le expliqué que había saltado por la ventana. No lo podía creer y me dijo que lo hiciera de nuevo. Lo repetí, muy tranquila, ya que la primera me salió bien. No le quedaron ganas de ' " encerrarme mas . ¿Se puede calificar este hecho de desobediencia? Y, si es desobediencia, ¿no tiene el atenuante y el contrapeso de la caridad? Leonor reconoce y confiesa paladinamente sus defec– tos, los defectos que a ella le parecen más importantes. "Recuerdo haber sido orgullosa y rabiosa a veces. Cuando me enfadaba con alguna compañera, no podía ir a la cama sin pedirle antes perdón y darle un beso por haber– la llamado "tonta". Tras de la enfermedad, el remedio. Si hubo algo de culpa -tal vez exagerada por su humildad-, bien pronto le aplica la penitencia y el perdón. LONDRES Cerramos este capítulo recordando su estancia en Londres. "Trabajo me costó encontrar un colegio para ir a Lon- 27

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