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Londres para perfeccionarse en el inglés, y al año siguiente volvía completamente capacitada. Después fue a nuestro Colegio de París como profesora adjunta de inglés e italiano. Y es entonces cuando comen– zamos a conocer su gran obra de apostolado entre nuestras alumnas. Tenía poco más de veinte años y era ya una pro– fesora consumada y una educadora ejemplar ... Tengo oído hablar mucho a nuestras Madres, profesoras y compañeras de cátedra, y todas hacían de eJla los más fervorosos elogios por el bien inmenso que hacía, entre sus condiscípulas pri- 1 d , ,, mero y entre sus a umnas espues . LA COLEGIALA Ahora es la propia Leonor la que nos va a contar algu– nas de sus peripecias y recuerdos de colegiala. Al hilo de sus palabras nosotros iremos engarzando el hilo de nuestras reflexiones, a fin de descubrir y destacar los rasgos más acusados, las huellas más luminosas de su alma noble y singular. Lo que va entrecomillado es de Leonor. "Cuando Ilegué al Colegio eran las vacaciones de ve– rano. No me pusieron en la clase de españolas, sino con las pequeñas. Así, pues, estudié en francés y no el francés. Fuí muy alegre y muy juguetona y vivaracha. Como estaba siempre dispuesta a moverme, no me costaba nada prestar cualquier servicio a las monjas y a las niñas". E 1 ' t, t' t "f . ,, ¿· sa su a egna, au en 1camen ·e ranc1scana , y esa 1s- po11ibilidad para servir a los demás, que el1a sencillamente se atribuye, marcaron toda su vida con el sello ele las almas- 21

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